ENSALADA DE PEPINO Y MELóN CON ALIñO PICANTE DE CACAHUETES

Un plato veraniego tiene que ser, por definición, fresco; pero además para cumplir verdaderamente las necesidades gustativas de esos días de tremendo calor, un plato veraniego debe de ser colorido, crujiente y con acidez y dulzor por partes iguales. ¿Una ensalada? Si, a grandes rasgos una ensalada cumple todas esas características, pero ya que nos ponemos, que sea una muy buena ensalada.

El paso del tiempo nos va señalando qué es mejor comer en cada momento, por algo los productos de temporada que podemos encontrar ahora están llenos de agua –siempre hay que acordarse de hidratar el cuerpo después de una sesión de torrada en la playa–, son jugosos y carnosos y pueden comerse crudos. ¿Qué sentido tendría que crecieran sandías, tomates, pepinos o melocotones en diciembre? Las bicicletas y todas estas verduras son para el verano.

Aunque a cuarenta y pico grados apetezca abrir la nevera y comerse un pepino a mordiscos con la cabeza dentro, un buen aliño y una combinación correcta de ingredientes, puede sacar cosas muy buenas de esta hortaliza. El agridulce es un sabor que le va de lujo –como aprendimos de esta ensalada china de pepino aplastado– así como los cacahuetes y el cilantro.

De una de las salsas del verano por excelencia, aprendemos que el lácteo le queda también muy bien y junto al melón, con el que comparte genealogía, termina de conformar un combo perfecto. En esta ensalada se combina el crujiente del pepino, con el dulzor del melón y la cremosidad y acidez del labneh –una crema de yogur espesa–, todo aderezado con una vinagreta de cacahuetes, chiles y cilantro perfecta para resaltar cualquier mezclum veraniego.

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